Con garra y mucha actitud, así se llevan los vestidos de novia flamencos. Fue en 1254 cuando el Rey Alfonso X otorgaba el permiso para celebrar la feria de abril. Desde entonces, ¿quién no se ha rendido a sus encantos? Si por tus venas corre sangre del sur, sabes cuándo dar el taconazo y se te escapa el arte con cada gesto, ¿por qué no te pruebas unos buenos volantes? La alta costura nupcial también ha caído bajo el embrujo andaluz.
Los mejores diseñadores de vestidos de novia flamencos también han sentido la llamada de los volúmenes, bordados o juegos de encaje con tul, y saben combinarlos con tejidos nobles con mucha caída como el crepé o el georgette de seda, para conseguir colas de sirena con capas superpuestas que se ciñan al cuerpo de la mujer con la naturalidad de una segunda piel. Sigue leyendo